El desafío de disminuir el desempleo juvenil en Colombia

Uno de los problemas con grandes desafíos en Colombia sigue siendo el desempleo, y en la población juvenil es aún más preocupante, debido a que un
desarrollo laboral y profesional temprano va ligado a las expectativas a largo plazo y a la dirección en que orientan sus proyectos de vida.

La sociedad requiere que los jóvenes dediquen su tiempo a una labor productiva que les permita su crecimiento personal, que no se inclinen por actividades delictivas o de ocio, y así contribuyan al desarrollo del país.

Pero el tema preocupa en todo el mundo. Según información del portal es.statista.com, la tasa global de desempleo juvenil estimada para 2024 ascendió
al 13,48%, cifra cercana a la tasa de desocupación de la población joven en Colombia, la cual es de 17,6%, según el DANE.

Por otro lado, los costos económicos y sociales del desempleo juvenil son altos para un país y tiene grandes efectos en el desarrollo de este a largo plazo. Con el
conocido debilitamiento de la económica mundial, la situación se ha vuelto más notable y las consecuencias pueden ser irreversibles en términos de perspectivas
futuras de salarios, formación de capital humano y capacidad de integrarse al mercado de trabajo.

El desempleo juvenil es un problema que traspasa fronteras, los jóvenes se enfrentan a situaciones complejas como ingresos significativamente menores, trabajos precarios, falta de competencias, sobre calificación o falta de ofertas de empleos formales.

En ese sentido, la educación desempeña un papel importante en el momento de encontrar un empleo, según la Universidad del Rosario, “sólo 4 de cada 10 estudiantes que terminan el bachillerato logran acceder a la educación superior”. Esto evidencia, en primer lugar, la importancia de trabajar arduamente en estrategias que permitan que los jóvenes puedan acceder a formación técnica, tecnológica o universitaria con mayor facilidad.

En segundo lugar, es necesario fortalecer las habilidades y competencias y no solo confiarle todo, a la obtención del título, pues su valor está siendo cuestionado
en la actualidad dado que las investigaciones están indicando que las empresas, tienen vacantes porque no encuentran personal capacitado en lo que realmente
necesitan.

Es así que debe existir mayor correlación entre lo que demandan las empresas en términos laborales y lo que ofrecen los aspirantes a los trabajos soportados en sus títulos, pensamiento crítico, innovación, capacidad de aprendizaje, resolución de problemas, liderazgo, uso de tecnología, tolerancia al estrés, entre otros.

En tercer lugar, se debe apuntar a estrategias que aumenten la productividad laboral, y aunque esta tarea se trabaja desde la empresa con diferentes acciones,
como estimular el trabajo en equipo, la implementación de tecnología o la motivación por resultados, la realidad es que desde la academia se debe preparar
al estudiante, para que ya esté encaminado hacia el trabajo pertinente, eficiente y de calidad que responda a las necesidades del sector productivo.

Otra acción importante y que puede ayudar en el proceso, es que las organizaciones faciliten la creación de programas de pasantías para que, por medio de la práctica, se encuentre un acople vivencial entre lo que se busca y lo que se ofrece.

Para la OIT, factores cómo el aumento en la inversión de la educación, la formación en competencias, y la orientación y el fomento al emprendimiento,
pueden mejorar las cifras de la empleabilidad juvenil.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, las acciones aún son insuficientes para lograr mitigar la problemática, por lo que este debería ser uno de los temas
cruciales que se incluyan en la propuesta de Reforma Laboral que busca tramitar el Gobierno nacional.

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